Arquitecta: Virginia del Barco.
Año de proyecto: 2021
Superficie: 300 m2.
Cliente: Privado.
Localización: Mur, Illes Balears.
El proyecto se localiza en una parcela muy alargada con unas increíbles vistas a la Sierra de Tramontana en el pueblo mallorquín de Muro.
La vivienda actual divide en dos partes la parcela extremadamente lineal en la que se sitúa, dejando un jardín delantero y otro trasero. Por ello, nuestra actuación trata de unirlos incorporando el paisaje exterior al interior de la vivienda.
Proyectamos en el jardín sur una piscina abierta que continua en un espacio entre muros más íntimo, privado y abierto tan solo a las estrellas.
En estas vista recreamos el exterior e interior del antiguo secadero y cochera convertidos ahora
a convertido
s ahora en piscina termal y dormitorio.
En estas vista recreamos el exterior e interior del antiguo secadero y cochera convertidos ahora
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s ahora en piscina termal y dormitorio.
La ruina construida, nombre con el que hemos bautizado a este proyecto es una sucesión de muros que esconden plazoletas, rincones de agua, zonas de sombra, habitaciones, jardineras, con la intención de no dejar todo a la vista. Casi como una ciudad griega llena de secretos.
Para crear esta forma de vivir entre el exterior-interior, se entiende la vivienda como una ruina que vamos a habitar. Una ruina clásica carece de límites que separan el paisaje del espacio interior. El contexto y el objeto arquitectónico se entiende como uno solo. Por ello, una escalera semiexterior divide la casa en dos partes para unir los dos jardines y hacerlos formar parte de todas las habitaciones. Ahora las visuales hacia la Tramontana estarán presentes desde cualquier punto del proyecto.
La cocina es un espacio abierto al salón, con un único mueble escultura central a modo de isla con una mesa largúisima que rompe los muros de la fachada norte para perderse en el jardín.
El carácter de ruina y su relación con el paisaje obliga al proyecto a tener un especial cuidado con los agentes atmosféricos de la zona, como son el sol y los vientos. Los espacios interiores se dejan definir por ellos, creando zonas de mayor humedad, aire, frío o calor aptas para usar en distintos momentos del año.
Los dormitorios de planta primera se abren al paisaje con grandes ventanales. Y la ducha abierta a la zona de dormir dialoga con el agua de lluvia.
El jardín norte con gran desnivel se distribuye en bancadas con jardines silvestres de plantas autóctonas. Un safareig típico mallorquín refrescará los días y noches de verano.
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